Me doy cuenta que he perdido una de las buenas costumbres de cualquier naturalista que es el uso del cuaderno de campo. Ahora en mis salidas camperas (que no es lo mismo que “camperas salidas) no me acompaña ni siquiera la Peterson; solo los prismáticos, ya que por ahora no poseo la agudeza de Halcón. Así que dejo en manos de mi memoria, el registro posterior de las observaciones acaecidas durante la jornada de campo. Y es una pena por la cantidad de información que seguro pierdo por no llevar mi querido y añorado cuaderno de campo.
Quizás tengamos en mente a nuestro admirado Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, cuaderno en mano anotando toda clase de datos útiles sobre morfología, anatomía,costumbres,comportamiento,hábitat….de todas las especies de la fauna ibérica y que tan bien dejo plasmado en sus cuadernos de campo.
Y aunque no poseamos la retórica del gran naturalista ni mucho menos el dominio del dibujo de naturaleza, sí creo que el cuaderno de campo es otra herramienta que debemos de llevar junto a prismáticos y guías, para anotar en él cualquier dato que en casa nos ayude a resolver dudas sobre lo observado. Por ejemplo, si avistamos un pájaro que a la primera no sabemos de qué especie se trata, anotaremos en nuestro cuaderno sus rasgos principales, así como el comportamiento que tenía, el lugar de observación, hábitat principal…… y cualquier otro dato útil que nos sirva para su posterior identificación, dibujo incluido si es posible.
Se me viene a las cabeza algunas anotaciones en mi cuaderno de campo como aquel amasijo de plumas encontradas en Guadalora, que resultó ser el festín de alguna rapaz forestal, el azor, por el tamaño de su presa; o aquel caracol con los orificios de los caninos de algún mustélido en la concha, la búsqueda de alimento del agateador, las huellas y otros rastros de la nutria, pájaros indeterminados, etc...
También recomendaría anotar en nuestro cuaderno todo aquello que nos impresione, de lo que queda grabado en la memoria como se suele decir, con palabras sencillas o con adornos lingüísticos, pero anotarlo. Y es que el cariño que le tengo a mi cuaderno es que lo considero algo más que un libro de registro de datos; es además el diario de mis experiencias con la naturaleza; releyéndolo puedo volver a revivir momentos que no volverán( hoy los compromisos son muchos), pero sus páginas quedaron impregnadas de experiencias inolvidables como el canto del búho real en las sierras subbeticas, la noche sin dormir en el molino del arroyo Guadalora en plena berrea, el crujir de la rama cuando andábamos sigilosos cerca de las loberas en el valle Navalmanzano…. Y mencionar que todos esos momentos se viven y comparten siempre con buenos amigos.
David Budia
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