A
pesar de la poca lluvia que aun había caído en este inicio de otoño, los
ciervos no dan tregua. El calor que hasta ahora hacia no había amedrantado a
los galanes a intentar conseguir su
propio harén, y por supuesto no iban a permitir los viejos machos que ni una
sola de sus hembras se le escapara, por lo tanto la diversión como cada año
estaba asegurada.
La
sierra siempre esta bonita, pero faltaba “la otoñá”, ese verdor y olor a romero
y lentisco, a jaguarzo y matagallos, a niebla matutina, a encinas chorreando
agua por sus ramas, a verde y a humedad al fin y al cabo. Pero el sonido
impresiona, recuerdo la primera vez que la oí me produjo ese mismo estado de
estar en el sitio equivocado, de no ser tu sitio, de violar la intimidad del
monte. Repito, impresiona. Los bramidos de los machos desafiándose unos a otros
por doquier te hacen sentirte primitivo, incluso salvaje.
Lástima
que no pudimos fotografiarlos en plena faena, pero los grandes machos tenían sus
harenes bien resguardados en lo más profundo del encinar. Cerca de la carretera
pudimos disfrutar de varios machos y muchas hembras con los cervatillos del año
pasado, pero los señores del bosque se mantenían a raya. También vimos algún
que otro bareto con la cuerna rota,
seguramente al enfrentarse a un rival fuera de sus posibilidades.
Echamos
de menos las grandes rapaces, solo vimos buitres leonados y un par de
ratoneros. Tuvimos suerte y vi mi primer torcecuellos, al cual no pude
fotografiar, y mi primer, también, pico picapinos al que si pude fotografiar.
Los colirrojos reales y los papamoscas cerrojillos y grises tomaban descanso
antes de su paso a tierras mas cálidas. Los mitos, urracas y rabilargos nos
acompañaron a Miguel Pérez y a mi toda la jornada.
El
calor del medio día le hizo buscar la sombra de una encina, los ojos se le
cerraban mientras las moscas le hacían tensar los músculos. La berrea daba una
tregua. Aguanto varias horas a la sombra, tranquilo, rumiando lo poco que había
comido esa jornada. A lo lejos otro macho berreo, dos más le contestaron.
Despacio se levanto y después de lamerse la herida de alguna refriega caminó despacio
hasta trasponer la loma. Sentí el berrido cerca, atronador, pero no pude
disfrutar de la imagen que perseguí durante toda la jornada. No me hizo ese
regalo y sentí que sobraba en aquella historia.
Écija, 3 de
septiembre de 2015
Pablo Reina
muy buena serie,unas fotos estupendas,por aqui la berrea ha durado un suspiro.un saludo
ResponderEliminarGracias Ferreiro, el tiempo no ha acompañado, pero estar en el monte siempre es un placer. Saludos desde Ecija
ResponderEliminarEspontáneas, muy naturales, muy nuestras, muy bonitas.
ResponderEliminarGracias, tienes razón muy nuestras. Saludos desde Ecija
EliminarEspontáneas, muy naturales, muy nuestras, muy bonitas.
ResponderEliminarPreciosas instantaneas de la Berrea, uno de los objetivos que aun me quedan por cumplir. Un saludo Pablo
ResponderEliminarNunca es tarde Jerónimo, yo no suelo perdérmelo ningún año. Un saludo desde Ecija.
EliminarVery nice series. Great quality.
ResponderEliminarThank stroll through my land . Greetings from Ecija.
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