jueves, 28 de febrero de 2013

La vida en estado puro

Cuando salimos al campo con la cámara en ristre, soñamos con la foto perfecta. Aquella en la que la luz es excelente, el encuadre perfecto, la nitidez extrema y como modelo, el deseado. El estado de excitación que tenemos cuando nos entra un ave al comedero y lo tenemos a escasos metros es tremendo. Me siento como un Gran Hermano de la vida silvestre. Algunas veces prefiero mirar, tengo miedo de romper la magia del momento con el ruido de mi cámara, y observar como comen, como se bañan o como se pelean entre ellos. Cuando mas me gusta es cuando te miran, notas que sienten tu presencia, saben que allí hay algo, pero sabes a ciencia cierta que no te ven. Allí, en el escondite, eres invisible. Es la vida en estado puro. 
Pero en ciertas ocasiones, la vida nos muestra su lado feo y nos encontramos con el modelo deseado, pero la luz ya no brilla en sus ojos, ya no come, ya no se baña, ya no se pelea. Sus plumas ondean inertes por el viento y, sinceramente, no te importa el encuadre ni la nitidez, solo fotografías. 
No voy a decir que se me hace un nudo en la garganta o que siento rabia, porque no es cierto. Solo es la vida o la muerte en estado puro. Pero al fin y al cabo algo extrañamente natural.

A este ratonero o busardo ratonero, como al parecer hay que llamarlo ahora, lo encontré al pie de un poste eléctrico, no se si su muerte se debió a causa natural o murió electrocutado o abatido por la falta de corazón de algún guarda, desde luego no tenía signos de violencia. 
Ratonero

Ratonero

Ratonero

Ratonero

Ratonero



                                                                                   Écija, 27 de febrero de 2013



                                                                                                          Pablo Reina

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