Esta
vistosa ave que pertenece al Orden coraciiforme, igual que el Martín pescador,
la carraca y el abejaruco, y cuya familia es upupidae tiene bien merecida la
fama de pestilente, pues pueden disparar un chorro de una sustancia maloliente que tienen en una glándula situada en la cola y los nidos que
generalmente se encuentran en huecos de arboles, aunque los padres quieran
mantener limpios, los pollos los impregnan con esta sustancia.
Su
plumaje es pardo rosáceo en la cabeza y pecho, las alas y la cola son negras
con unas grandes bandas blancas que se ven perfectamente en vuelo. Otro rasgo característico
es la cresta que adorna su cabeza del mismo color que la cabeza y con las
puntas negras y el largo pico un poco curvado hacia abajo. No existe diferencia
de sexo, aunque el macho suele tener el color más intenso.
Es
una depredadora nata, y come todo insecto que encuentra en el suelo, incluso hurga
con el fino pico en el barro y en los excrementos de los animales para buscar
larvas, aunque tiene predilección por los grillos y saltamontes.
Como
hemos dicho anteriormente, anidan en un agujero de un árbol o pared y ponen de
cinco a ocho huevos que incubara solo la hembra durante 18 días, aunque el
macho también ayuda en la alimentación de los pollos.
Algo
curioso es que la creencia popular le atribuye la capacidad de encontrar agua
en zonas desérticas por la costumbre de picotear el suelo.
Pablo Reina.
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